Hija de la marabucera Ramona Cabral y dueña de una simpatía que la hacía única, Miguelina Siviero fue una bella adolescente que llevó la corona de Marabú en el año 1977. Un año de profundos cambios se acercaba en el carnaval santotomeño por la utilización de nuevos materiales y métodos para seducir a la platea.
Con Mima Correa como presidente y Elena Espíndola como vice, Marabú presentó ese año el tema "Un viaje espacial". Como la comparsa había participado en los carnavales de Lincoln, provincia de Buenos Aires, coronándose como la "Embajadora del carnaval santotomeño", no presenta carrosa y evoluciona con sus trajes.
Es así que aparecen las primeras mallas y bikinis con la particularidad de estar totalmente bordadas. Esa fue la primera vez que un traje era íntegramente bordado lo que causó una sensación que dura hasta en la actualidad.
Miguelina, con su bella figura, llevó alegremente su corona lo largo de la avenida San Martín. Una digna marabucera que siempre se esmeró para entrar en la comparsa, hasta que tuvo el honor de llevar el máximo título que tiene una figura del carnaval, el de reina.
Hoy ella ya no está con nosotros, luego de luchar con una grave enfermedad tuvo que partir, dejando su corazón para los marabuceros y su pasión por la comparsa digna de ser trasmitida. De ella quedan gratos recuerdos, de ser la niña mimada de la escuela de samba hasta ser su majestad, sin dudas ella estará siempre en la memoria de los marabuceros que la vieron brillar y disfrutaron de esa simpatía que nadie olvidará.
Es así que aparecen las primeras mallas y bikinis con la particularidad de estar totalmente bordadas. Esa fue la primera vez que un traje era íntegramente bordado lo que causó una sensación que dura hasta en la actualidad.
Miguelina, con su bella figura, llevó alegremente su corona lo largo de la avenida San Martín. Una digna marabucera que siempre se esmeró para entrar en la comparsa, hasta que tuvo el honor de llevar el máximo título que tiene una figura del carnaval, el de reina.
Hoy ella ya no está con nosotros, luego de luchar con una grave enfermedad tuvo que partir, dejando su corazón para los marabuceros y su pasión por la comparsa digna de ser trasmitida. De ella quedan gratos recuerdos, de ser la niña mimada de la escuela de samba hasta ser su majestad, sin dudas ella estará siempre en la memoria de los marabuceros que la vieron brillar y disfrutaron de esa simpatía que nadie olvidará.
Fuente consultada: Revista Marabú
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